Con libertad, sin cargar con el peso y la responsabilidad de tener que hacer una general, sin la presión que siempre conlleva ser un ciclista de su nivel, Juan Ayuso voló ligero en Cerler. Ajeno al ruido que acompaña todo lo que hace, el ciclista pudo ser él. El alicantino va sobrado de calidad, de eso no hay duda y nunca la habrá. Solo hay que verle en el Coll de Cantó, donde se marchó fugado. Contra todo y todos. Solo hay que presenciar su ataque desde abajo en Cerler. Sin esperar a nadie. Sin pactar o colaborar con otro escapado. ¿Para qué? Él, ambicioso, no quiere compartir la gloria.
El alicantino, un día después de descolgarse en Pal, se reivindica en Cerler y logra su primera victoria en la Vuelta
Con libertad, sin cargar con el peso y la responsabilidad de tener que hacer una general, sin la presión que siempre conlleva ser un ciclista de su nivel, Juan Ayuso voló ligero en Cerler. Ajeno al ruido que acompaña todo lo que hace, el ciclista pudo ser él. El alicantino va sobrado de calidad, de eso no hay duda y nunca la habrá. Solo hay que verle en el Coll de Cantó, donde se marchó fugado. Contra todo y todos. Solo hay que presenciar su ataque desde abajo en Cerler. Sin esperar a nadie. Sin pactar o colaborar con otro escapado. ¿Para qué? Él, ambicioso, no quiere compartir la gloria.
Solo un día después de despedirse de la lucha por la Vuelta y que volviesen a arreciar las críticas, Ayuso se reivindicó. Se curó las heridas. De la crisis al éxtasis. El ciclista del UAE consiguió su primera victoria de etapa en la Vuelta a España, tres meses y medio después de levantar los brazos también en su debut en el Giro de Italia, en Tagliacozzo.
Dos etapas, dos finales en alto, que solucionarían la temporada a muchos ciclistas, a gran parte de los que forman el pelotón. Siempre que no se llamen Juan Ayuso y tengan esa vitola de gran campeón.
Sí, no ha podido responder en tres semanas, ya sea por falta de suerte, de piernas o de estabilidad, pero no se le pueden regatear tampoco lo elogios. “Es una demostración de calidad y de talento lo que ha hecho Juan”, concede Joxean Matxin, el manager del equipo, que en la víspera, en Pal, le abrazaba para protegerle y que en Cerler le da un beso de satisfacción.
Tras el descenso del Coll de l’Espina, en el valle que sigue el río Ésera, que va desde Castejón de Sos, pasando por el embalse de Linsoles, hasta llegar a Benasque, el UAE, el único equipo que tiene dos ciclistas en la fuga, hace su apuesta y consigue que Jay Vine, ganador en Pal en la víspera, se sacrifique para poner el ritmo que más le conviene a Ayuso. El ataque, a 11 de meta, no tarda en llegar.
Valiente, convencido, juega sus cartas en Cerler, puerto escalonado, donde lo más duro está al inicio. Primero le sigue Frigo. A la segunda aceleración, ciao al italiano, le deja plantado.
“¿Cuánto?”, le pregunta a la moto, para saber la ventaja que lleva. “He arrancado de abajo y se me ha hecho largo pero estoy muy contento de haberlo hecho así. Si tienes piernas, siempre es mejor llegar solo”, explica. Los campeones prefieren las exhibiciones, nada de medianías. “Es una victoria que he tirado mucho de orgullo”, confiesa.
Quizás por eso, cuando ve la meta, no le sale levantar los brazos sino que lo que le dicta el corazón es taparse los oídos, símbolo de no quiere escuchar todo lo que se dice de él, aunque no lo va a poder evitar. Además es la tercera etapa consecutiva para el equipo, que además se permite atacar con Almeida, bien tapado por Vingegaard, y Marc Soler, que gana cinco segundos.
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