Cristina Baudet (Santa Coloma de Gramenet, 1991) vivirá su novena temporada en el Espanyol. Le ha tocado lidiar con una época de entreguerras: justo cuando el fútbol femenino se profesionalizaba, el club perico dejaba de ser un referente. Nunca, eso sí, perderá la etiqueta de histórico. Ahora, con el cambio de propiedad, se abre una vía nueva por explorar. El Espanyol está desarrollando una identidad, aunque, como cada curso, le tocará sufrir.
La jugadora de Santa Coloma de Gramenet vivirá su novena temporada en el Espanyol
Cristina Baudet (Santa Coloma de Gramenet, 1991) vivirá su novena temporada en el Espanyol. Le ha tocado lidiar con una época de entreguerras: justo cuando el fútbol femenino se profesionalizaba, el club perico dejaba de ser un referente. Nunca, eso sí, perderá la etiqueta de histórico. Ahora, con el cambio de propiedad, se abre una vía nueva por explorar. El Espanyol está desarrollando una identidad, aunque, como cada curso, le tocará sufrir.
Nos fijamos en el masculino, vamos a verlos al estadio y hay que seguir su línea”
Usted es de Santa Coloma de Gramenet como Raúl Tamudo. ¿También regateaba los coches?
Me pasaba las tardes en los parques jugando a fútbol. Ahora es una pena que no se vean escenas así. Yo salía del colegio y no soltaba el balón. Nadie me lo podía quitar. Mis padres me compraban uno nuevo si lo perdía.
¿Se acuerda de su primer año de profesional?
Fue con 15 años en el Sant Gabriel. Subimos a Primera. Recuerdo que todo era difícil: viajes en autocar, no teníamos nutricionista, ni fisioterapeuta, solo un masajista sin titulación… No había sueldos y te pagaban la gasolina. Vivir de ello, tras tanto trabajo, es un puntazo.
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Habla de hace casi dos décadas, donde el Espanyol era el rival a batir de la Superliga. ¿Cómo lo veía usted?
El Espanyol fue el referente y yo siempre quise jugar aquí. Fue un sueño. Llevo nueve años. Hubo iconos en el fútbol femenino y todos hace unos años estaban en el Espanyol.
¿Quién era su preferida?
Me acuerdo de Vero Boquete o Lara Rabal, que me gustaba como centrocampista. Seguimos sus pasos, trabajaron mucho a la hora de construir y vamos poniendo los cimientos para seguir adelante.
¿Y qué se puede esperar del Espanyol esta temporada?
Tenemos muy buen equipo, todas las líneas están completas. Somos sólidas, compactas y hemos ganado jugadoras en ataque para hacer daño. El curso pasado teníamos una defensa segura. Hay que mejorar al atacar y finalizar. Tenemos margen, pero creo que estamos por el buen camino.
¿Tienen una identidad como la del masculino?
Todas nos sacamos los carnets de abonados para verlos. Nos fijamos en ellos. Trabajamos con un bloque sólido y queremos contraatacar a tope. Somos parecidos. Si seguimos su línea, iremos para arriba.
¿Son la antítesis del Barça, no solo en lo emocional, en el juego?
Tenemos una identidad totalmente diferente. Hace unos años éramos más defensivas, pero ahora desarrollamos esa manera de jugar y mejoramos. Tememos potencial y hacemos daño en ataque, estamos más equilibradas.
En enero inició una segunda etapa en el Espanyol. ¿Por qué?
Me pasó algo que cayó del cielo. Me llamó Carol Miranda, la directora deportiva, y me preguntó si estaría dispuesta a volver: me sentí llena, les dije que sí. El Badalona me dejó salir y volví a ser la que era.
¿Ya hablaron con Alan Pace?
No, todavía no.
¿Qué le dirá?
Que nos ayude, que esté con nosotras, que seamos un club superunido. Lo somos, pero que venga a vernos, que esté pendiente. Es pronto, pero que se cree esta afinidad. Nuestro trabajo diario es grande, pero nadie lo ve. Se nos tiene que apoyar en todo lo que hacemos.
¿Han crecido con la época de Chen Yansheng o les ha lastrado?
Hace tres años descendimos, pero el Espanyol siempre fue una familia y eso hizo que volviéramos. Eso hace que puedas caer, como le pasó al masculino, pero se remonta rápido. Hay más fuerza para sobrellevar los baches.
Usted ha estado en los cuatro grandes del fútbol catalán: Barça, Espanyol, Levante y Sant Gabriel. ¿Qué se lleva de cada uno?
Del Sant Gabriel me llevo un aprendizaje grande, era pequeña y crecí como persona. En el Barça me di cuenta de que tienes que ser muy fuerte mentalmente para aguantar lo que le viene a una futbolista. En el Espanyol cumplí un sueño, fui feliz, pero me tuve que ir, lo necesitaba después del descenso. En el Levante recuperé la ilusión. Y ahora volví y es la plenitud para mí.
Dice que lo necesitaba. ¿Cuánto le afecta a un futbolista un descenso?
Cuando bajamos me quedé en Segunda. Me dolió, pero me dolió más quedarme a las puertas de subir un año después. Jugamos ante el Levante Las Planas y subieron ellas. Fue un palo grande. Me vacié, lo di todo y mi cabeza no estaba capacitada para seguir. No iba a ser yo. Salí un año, me limpié y volví con fuerza. Sigo con la espina clavada pero estamos en Primera y disfrutando.
¿Cree que la Liga F es como LaLiga? ¿Solo se fomenta el Barça-Madrid?
Tal y como están las cosas parece ser que es así. Los clubs deben luchar por conseguir ese apoyo de fuera y que no sea un Barcelona–Real Madrid. El Atlético está empujando, la Real, el Athletic… Nosotras tenemos que crecer. Que las televisiones se abran y la gente se enganche a todas. Hay mucha diferencia en España entre dos equipos y los demás. Pero intentamos que sobre el campo podamos competir y eso no se note.
Tiene 34 años, ¿cuando ve el final?
Me siento muy bien físicamente. Voy año a año, pero quiero alargar hasta que vea que no doy el nivel. Me cuido como una profesional. Ahora todas podemos alargar las carreras.
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