La serie Furia es una de las pocas cosas buenas que nos ha dejado este agosto terrible. Ideal para verla y canalizar la rabia y el desánimo colectivo Leer La serie Furia es una de las pocas cosas buenas que nos ha dejado este agosto terrible. Ideal para verla y canalizar la rabia y el desánimo colectivo Leer
Recuerdo la primera vez que vi a un personaje femenino sacar toda su furia en una película. Era una escena de Tomates verdes fritos donde la protagonista, Evelyn Couch, una mujer de mediana edad y con problemas de autoestima, estampaba su coche una y otra vez contra el de unas chicas jóvenes como venganza por haberle quitado el sitio en el aparcamiento y haberse burlado de ella. Lo hacía al grito de «¡Towanda!». Un grito que luego replicaría en casa para plantar cara a su marido con un martillo en la mano. La película fue un triunfo en taquilla en los años 90 y el grito se extendió en los círculos feministas de la época como señal de hartazgo, rebeldía y empoderamiento. Towanda vendría a ser un eufemismo -la escritora, Fannie Flagg, lo llamó grito de guerra- para decir lo mucho que estamos hasta el coño.
De personajes femeninos enfurecidos y de las venganzas posteriores están plagadas las ficciones contemporáneas. Pienso, por ejemplo, en Kill Bill, Thelma & Louise o Mujeres al borde de un ataque de nervios. También en el último éxito de HBO, Furia, de Félix Sabroso, una dramedia en tono de humor negro con mucha crítica social y mucha mala baba que da en la diana de todos los debates actuales: la gestación subrogada, los desahucios, el modelo de cuidados o los cánones de belleza. Todo ello aderezado, además, con mucha lucha de clases.
La serie empieza con un grupo de mujeres de mediana edad sentadas en círculo en un retiro espiritual: «Si estáis aquí es porque seguramente todas habéis llegado a alcanzar el estado de furia». A lo largo de los siguientes capítulos acompañaremos a las diferentes protagonistas en sus descensos a los infiernos de la ira para saber cómo han llegado hasta ahí. Porque de lo que va Furia es de tragar con todo hasta que estallas por los aires.
Al ver Furia una tiene la sensación de que esas violencias ya las ha visto representadas antes (La sustancia, Big Little Lies, Parásitos), pero también de estar viendo algo original, fresco y muy provocativo. Con un reparto de actrices de ensueño que lo bordan (Carmen Machi, Candela Peña, Ana Torrent, Pilar Castro, Nathalie Poza, Cecilia Roth y Claudia Salas) y una estética soberbia y personalísima, el regusto que deja es el de los mejores cítricos.
Furia es una de las pocas cosas buenas que nos ha dejado este agosto terrible. Ideal para verla y canalizar la rabia y el desánimo colectivo sin tener que estampar nuestros coches o salir a quemar tiendas de ropa.
O, quizá, justo para empezar a hacer todo eso.
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