El Barça no se llevó los tres puntos de Vallecas. Terminó con un agridulce empate. Pero sí sabe que, más allá de Lamine Yamal, genio ofensivo que marcó de penalti el único gol barcelonista, también tiene a un genio bajo palos. Un portero que gana puntos, que no se confía, que luce un buen juego de pies y que bloquea balones con los pies, con las manos y hasta con la nariz si hace falta aunque el fuera de juego se vea de lejos. Ese es Joan Garcia. Portero frío pero centrado. Un candado de oro que desquició a Isi Palazón, a De Frutos y a Camello. Por momentos, también Fran Pérez, que al final remató con la pierna derecha en el octavo córner del conjunto de Vallecas para establecer el empate. Llega el parón y Flick tendrá que sacar conclusiones para que su equipo no lo fie todo a las remontadas que no siempre son posibles.
El portero de Sallent evitó que el Barça, que se situó primero por delante del marcador con un gol de penalti de Lamine Yamal, terminara perdiendo tras el gol de Fran Pérez
El Barça no se llevó los tres puntos de Vallecas. Terminó con un agridulce empate. Pero sí sabe que, más allá de Lamine Yamal, genio ofensivo que marcó de penalti el único gol barcelonista, también tiene a un genio bajo palos. Un portero que gana puntos, que no se confía, que luce un buen juego de pies y que bloquea balones con los pies, con las manos y hasta con la nariz si hace falta aunque el fuera de juego se vea de lejos. Ese es Joan Garcia. Portero frío pero centrado. Un candado de oro que desquició a Isi Palazón, a De Frutos y a Camello. Por momentos, también Fran Pérez, que al final remató con la pierna derecha en el octavo córner del conjunto de Vallecas para establecer el empate. Llega el parón y Flick tendrá que sacar conclusiones para que su equipo no lo fie todo a las remontadas que no siempre son posibles.
Flick introdujo algunos cambios en su once. Recuperó a De Jong tras su ausencia ante el Levante por su segunda paternidad y, en la mediapunta, quiso recordar viejos tiempos con Olmo, que hace un año redebutó en este mismo estadio. No pudo hacerlo antes porque la entidad, que ya andaba excedida en el fair play financiero, no logró inscribirle. El estreno no pudo ser mejor: entró en la segunda parte y gestó la remontada azulgrana (2-1). En el banquillo esperaba su turno un serio Fermín, al que Flick prometió minutos tras el descanso.
Hubo más variaciones: si en Valencia el alemán centró los cambios en el ataque, esta vez hizo probaturas en defensa, dejando en el banquillo a Araújo y Cubarsí, hasta ahora pareja de centrales titular. El planteamiento se basó en intentar generar amplitud por las bandas entre extremos y laterales. Así, Flick recuperó a Koundé, titular por primera vez este curso en el lateral derecho, bien arropado por Eric Garcia. Al lado del ayer central de Martorell jugó Christensen, a pierna cambiada (como Cubarsí), mientras que Balde se mantuvo en el carril izquierdo.
Balde sufrió en la primera parte los estragos del deteriorado césped de Vallecas, extremadamente seco en su banda. A Martín Presa, presidente del Rayo Vallecano, debería darle vergüenza recibir visitantes en un campo viejo, sucio, sin puertas en los baños de mujeres, con una visibilidad lamentable y con un tapete que invitaba a la lesión de lo seco y desgastado que estaba. El público arrancó con su clásico “¡Presa, vete ya!”, y el máximo mandatario, de pie recibiendo a Laporta, ni se inmutó. Tampoco parece interesarle la huelga de animación de los Bukaneros, motivada por lo que consideran un “abandono institucional” del club y el estadio, reflejado en el mal estado, la suciedad y las deficiencias de infraestructura. Por si no fuera suficiente, los 180 aficionados del Barça no pudieron acudir al estadio porque Vallecas no cumple con las normas de seguridad entre aficiones rivales y no había separaciones. En la zona de los Bukaneros, los peñistas repasaban como una homilía todas sus reivindicaciones contra Presa, con un megáfono, algunas pancartas y escasa incidencia.
Entre tanto despropósito, Flick e Iñigo Pérez se acercaron a hablar con el colegiado balear Mateo Busquets. El reloj avanzaba sin que arrancara el partido porque -viendo el escenario, tampoco sorprende- el VAR no funcionaba en Vallecas. No había conexión con la pantalla, de modo que el árbitro no podía acudir a ver las imágenes y debía fiarse de la sala VOR, situada en Las Rozas. Todo bien en la liga de las estrellas: preocupada por los colores de las camisetas y posibles confusiones cromáticas, pero no por escenarios dantescos como éste.
A pesar del contexto, que invitaba a la distracción, entre homilía y homilía bukanera, trozos de césped seco al aire y conversaciones arbitrales sobre la tecnología, al Barcelona se le vio seguro en el caos. Con De Jong ayudando en la salida de balón, Pedri presionando y Ferran Torres desmarcándose para romper líneas y hacer retroceder a la defensa del Rayo, el conjunto culé buscó con insistencia las bandas, tal y como habían ensayado el sábado en la pantalla gigante de la ciudad deportiva. Y empezaron a llegar las ocasiones. Dani Olmo se plantó en la frontal del área y buscó a Lamine Yamal. El extremo cargó la pierna y estampó el balón contra los guantes de Batalla. Poco después, Raphinha recuperó el balón tras una mala salida rayista. El brasileño, incómodo en espacios reducidos como los de Vallecas, no vio a Ferran, solo en el punto de penalti, y definió demasiado cruzado con su pierna derecha.
El Rayo, valiente para jugar en su estadio y con el fútbol atrevido que le ha permitido clasificarse para la Europa League 24 años después, presionó arriba, empezó a recuperar balones y a descargarlos sobre De Frutos, situado en la banda derecha, con Palazón como falso delantero centro. Pero el Barcelona se había preparado para esto con el fichaje de Joan Garcia, que protagonizó la primera parada de mérito de la temporada. Ocurrió tras una gran jugada del Rayo a la espalda de la defensa culé: Koundé se durmió y Álvaro García le ganó la posición para centrar hacia Ratiu. El remate del rumano lo tapó el guardameta de Sallent con una estirada muy celebrada en el césped y en el palco por Laporta. Más tarde lo intentó Isi Palazón con un disparo desde la frontal que se marchó por encima del larguero.
El Rayo no se arrugó y consiguió neutralizar bastante el centro del campo barcelonista, que fue perdiendo poderío. Así, Eric Garcia se cosió el balón a los pies, buscó a Raphinha y este a Ferran Torres, ansioso por remediar su error anterior. Pero el tiburón no llegó a tiempo, como tampoco Dani Olmo, que, recordando su partido de hace un año, se atrevió con un disparo raso. Atajó Batalla, aunque Ferran ya se lanzaba a por el rebote.
En medio de tanta incomodidad, y prácticamente al borde del descanso, apareció la magia de Lamine Yamal. Esta vez, en forma de lanzamiento de penalti tras un derribo dentro del área de Pep Chavarría sobre el ’10’ azulgrana que el VAR, que no funcionaba, no pudo revisar ni con la sala VOR. Con toda la calma, asumiendo el riesgo y destilando una seguridad apabullante, Lamine engañó a Batalla desde los once metros. El Barça alcanzó el descanso con un último intento de Dani Olmo que se estrelló en el larguero.
Tras el descanso, el equipo salió con la intención de domesticar el feudo rayista. Las transiciones mejoraron entre Pedri, Olmo y Ferran Torres, mientras Joan Garcia, por si acaso, volvía a lucirse estirando el brazo derecho ante un disparo de Isi Palazón en posición de fuera de juego. Pero todo fue un espejismo. Poco después, el guardameta de Sallent se jugó el físico saliendo con los puños y chocando con De Frutos, que se llevó la peor parte.
Y llegó el gran momento: Flick abrazó a Fermín, le dio las últimas instrucciones y lo hizo entrar por Olmo. También ingresó Rashford, que volvía a probarse en el extremo izquierdo. Ambos aportaron al Barça un punto más de verticalidad… y también de riesgo, porque Pedri tuvo que multiplicarse para achicar balones ante las acometidas de Álvaro y Fran Pérez. Después, entre Eric y Koundé perdieron un balón que, por fortuna, terminó en un gol anulado a De Frutos por fuera de juego. La siguiente ya no la perdonó el Rayo: Isi Palazón, en un saque de esquina y tras una jugada de estrategia, conectó con un solitario Fran Pérez, que remató con la pierna derecha en el octavo córner del conjunto de Vallecas para establecer el empate.
El Barça se había complicado la vida y el Rayo lo aprovechó, con Pathé Ciss completando conducciones a toda velocidad, De Frutos sorteando a Balde, con graves problemas defensivos, y Joan Garcia salvando al equipo una vez más a toda velocidad. Sus puños son de oro. Viendo el panorama, Flick agitó al equipo una vez más. Sentó a Balde y tuvo sus primeros minutos Gerard Martín.
Pero la estrella fue Joan Garcia. Sí. Otra vez desquició a Isi Palazón. En un segundo intento, Camello lo batió, pero en fuera de juego. El delantero quiso retarle otra vez, pero sin éxito. El Barça, que terminó desquiciado en ataque con un Rashfrod muy desdibujado y con Christensen buscando rematadas imposibles, no se llevó los tres puntos de Vallecas. Pero sí sabe ya, y con toda certeza, que tiene un candado bajo palos. Llega el parón internacional y el Barça se marcha sin ser líder. Con él, llega el cambio de aires y el momento de la reflexión.
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