«Lo novedoso del momento actual no tiene que ver con los puntos fuertes y débiles de Sánchez como con los del líder del PP» Leer «Lo novedoso del momento actual no tiene que ver con los puntos fuertes y débiles de Sánchez como con los del líder del PP» Leer España // elmundo
Sánchez siempre ha sabido hablarle a la izquierda. Ya lo demostró tras su defenestración como secretario general en 2017, cuando atrajo a los militantes de su partido con el eslogan del «no es no». Ese rechazo a facilitar la investidura de Rajoy suponía una irresponsabilidad -el «no es no» abocaba a unas terceras elecciones; recuérdenlo ahora que Sánchez descarta una convocatoria anticipada porque «paralizaría» el país-, pero resultaba muy atractivo para la cultura política de la militancia socialista.
El presidente supo atisbar, además, la consecuencia lógica de aquella postura: el votante de izquierdas aceptará antes un pacto con el más radical de los independentistas que uno con el más moderado de los conservadores. Éste ha sido el eje de la política de alianzas que lleva siete años sosteniendo los gobiernos de Sánchez.
Pero no se trata solo de saber qué pactos puede tolerar cierto tipo de votante. Desde el miedo a «la ultraderecha» hasta la crítica a las políticas de la Comunidad de Madrid, pasando por la memoria histórica o por la cuestión palestina -véase la comparecencia de ayer mismo sobre este tema, Sánchez siempre ha tenido una idea definida sobre qué tipo de temas y de enfoques podían movilizar a sus sectores más próximos. En lo que Sánchez siempre ha tenido problemas es en convencer al centro, como se comprobó cuando fue incapaz de aprovechar el hundimiento de Ciudadanos (en la repetición electoral de 2019, los de Rivera pasaron de 57 escaños a 10; los socialistas, de 123 a 120). Y esto es algo que solo se ha ido agravando en los años posteriores.
Lo novedoso del momento actual, sin embargo, no tiene que ver con los puntos fuertes y débiles de Sánchez como con los de Alberto Núñez Feijóo. Porque el presidente del PP parece encontrarse en la situación opuesta a la del líder socialista. Si Sánchez siempre ha sabido convencer a la izquierda, las encuestas apuntan que Feijóo tiene problemas para convencer a la derecha. Si bien los populares siguen siendo el primer partido en intención de voto, una cantidad creciente de sus electores indica que en unos nuevos comicios apoyaría a Vox.
El PP ha estado varios años trabajando un discurso que pudiera atraer al votante de centro que rechaza algunos aspectos del sanchismo. Ahora resulta que también era urgente apelar a aquellos votantes de derechas que pudieran sentirse atraídos por los mensajes de Abascal. Uno de los problemas de Sánchez es que su principal socio no tiene tirón electoral; el problema de Feijóo es que el suyo empieza a tener demasiado.
Corregir esto no parece una tarea sencilla. En primer lugar, porque no hay una única derecha a la que se deba convencer. Un aspecto fundamental del crecimiento de Vox, por ejemplo, es su pujanza entre los jóvenes -sobre todo la franja de edad entre 25 y 34-. Los populares deben encontrar mensajes o propuestas que puedan atraer a esos votantes mientras retienen el apoyo de esos mayores de 50 a los que también necesitan cultivar. Y todo, a través de un líder de formas clásicas como Feijóo. Cosas más difíciles se han visto, pero tampoco tantas.
Por otra parte, y viendo el contexto internacional, quizá la situación del PP es mejor de lo que parece: ya querrían los liberal-conservadores franceses, italianos o británicos encontrarse en las mismas. Y los populares también pueden señalar que la perspectiva más probable tras las próximas elecciones sigue siendo la de un cambio de Gobierno, con ellos liderando el nuevo Ejecutivo. Sin embargo, algo va quedando claro. En el último congreso del PP, sus líderes se marcaron el objetivo de volver a ser un partido de 10 millones de votantes. Y ese objetivo parece cada vez más lejano.