SaludEl corazón funciona como una máquina sincronizada que bombea sangre de forma coordinada entre sus aurículas y ventrículos. En condiciones normales, su ritmo, conocido como ritmo sinusal, es regular y se adapta a las necesidades del cuerpo. Sin embargo, cualquier alteración en este mecanismo puede desencadenar problemas de salud significativos, especialmente cuando el ritmo cardíaco pierde su regularidad.
Expertos indican que esta condición afecta a un porcentaje elevado de la población mayor, aunque también puede presentarse en personas más jóvenes
El corazón funciona como una máquina sincronizada que bombea sangre de forma coordinada entre sus aurículas y ventrículos. En condiciones normales, su ritmo, conocido como ritmo sinusal, es regular y se adapta a las necesidades del cuerpo. Sin embargo, cualquier alteración en este mecanismo puede desencadenar problemas de salud significativos, especialmente cuando el ritmo cardíaco pierde su regularidad.
Uno de los ejemplos más comunes de esta disfunción es la fibrilación auricular (FA), una arritmia que afecta directamente la función cardíaca. Se trata, de hecho, de la arritmia más frecuente a nivel mundial. Ocurre cuando las aurículas pierden la sincronía debido a un caos eléctrico en su actividad. En otras palabras, las cavidades superiores del corazón se contraen de manera desorganizada e ineficaz, lo que provoca latidos irregulares y, con frecuencia, rápidos. Esta descoordinación puede desencadenar complicaciones graves, como la formación de coágulos o un mayor riesgo de ictus.
Según Lluís Mont, cardiólogo del Hospital Clínic Barcelona, “esta condición afecta a un porcentaje muy elevado de la población mayor, aunque también se observa en personas más jóvenes, incluso sin antecedentes de enfermedades cardíacas”. A pesar de su gravedad potencial, un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado permiten a muchas personas con FA llevar una vida prácticamente normal.
A pesar de ser una persona activa, subir unas simples escaleras se convirtió en un reto.
JoanPaciente diagnosticado con Fibrilación Auricular
Las causas de la FA son variadas, aunque la edad se destaca como un factor determinante. A medida que las personas envejecen, el riesgo de desarrollar esta arritmia aumenta significativamente. Además, condiciones como la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la obesidad o incluso la apnea del sueño, contribuyen a su aparición. El estilo de vida también juega un papel relevante. El consumo excesivo de alcohol y la práctica prolongada de deportes de resistencia intensivos han demostrado estar relacionados con un mayor riesgo de FA. Estos factores refuerzan la importancia de adoptar hábitos saludables para prevenir esta condición.
La fibrilación auricular puede presentarse de manera silenciosa, sin que el paciente sea consciente de su existencia. También puede manifestarse con síntomas claros, como las palpitaciones, el cansancio extremo, los mareos e incluso la pérdida de conocimiento. Joan, un paciente diagnosticado con FA, explica que uno de los primeros indicios fue la dificultad para realizar actividades cotidianas: “A pesar de ser una persona activa, subir unas simples escaleras se convirtió en un reto”. Carlos, también diagnosticado con esta arritmia, describe la enfermedad como una sensación de impotencia, especialmente durante los primeros episodios.
Evitar las embolias es prioritario, ya que la sangre estancada en las aurículas puede formar coágulos que, al desplazarse, pueden obstruir arterias importantes como las del cerebro, causando un ictus.
Eduard GuashCardiólogo del Hospital Clínic Barcelona
El diagnóstico de la fibrilación auricular se realiza mediante un electrocardiograma, una prueba que permite registrar la actividad eléctrica del corazón. Sin embargo, en casos de episodios intermitentes, puede ser necesario un monitoreo más prolongado utilizando un Holter, una máquina que registra los ritmos cardíacos en forma continua. Este paso es fundamental no solo para confirmar el diagnóstico, sino también para valorar el riesgo de complicaciones graves, como el ictus.
Una vez identificada la FA, el tratamiento se centra en dos objetivos clave: prevenir complicaciones graves, como las embolias, y mejorar la calidad de vida del paciente al reducir los síntomas. El enfoque terapéutico se adapta a cada caso, considerando la gravedad de la enfermedad y las características individuales del paciente. Eduard Guash, cardiólogo del Hospital Clínic Barcelona, subraya que “evitar las embolias es prioritario, ya que la sangre estancada en las aurículas puede formar coágulos que, al desplazarse, pueden obstruir arterias importantes como las del cerebro, causando un ictus”.
El tratamiento puede incluir medicamentos como anticoagulantes, que reducen el riesgo de formación de coágulos, y antiarrítmicos, que ayudan a estabilizar el ritmo cardíaco. Cuando estos fármacos no logran controlar la condición de manera efectiva, se recurre a opciones más avanzadas, como la ablación con catéter. Este procedimiento consiste en crear pequeñas lesiones controladas en el tejido cardíaco para evitar que se produzcan los impulsos eléctricos anómalos que provocan la arritmia. Según Manel Castellà, cirujano cardiovascular del Hospital Clínic Barcelona, “la ablación es especialmente eficaz en casos de fibrilación auricular intermitente, con una tasa de éxito del 70% a largo plazo”.
No permito que esto condicione mi día a día. Me mantengo activo, sigo las recomendaciones médicas y vivo con tranquilidad.
JoanPaciente diagnosticado con Fibrilación Auricular
Además del tratamiento médico, adoptar un estilo de vida saludable es crucial para controlar la FA. Mantener una dieta equilibrada, evitar el consumo excesivo de alcohol y el tabaco, realizar ejercicio físico moderado y gestionar el estrés son prácticas esenciales para prevenir recaídas y mejorar la efectividad del tratamiento. Alba Cano, enfermera, subraya que el compromiso del paciente con estos hábitos, junto con un adecuado seguimiento médico, es fundamental para el éxito en el manejo de la enfermedad.
Joan, que lleva más de veinte años viviendo con FA, relata cómo ha logrado a adaptar su vida: “No permito que esto condicione mi día a día. Me mantengo activo, sigo las recomendaciones médicas y vivo con tranquilidad”. Por su parte, Carlos, que se sometió a una ablación, relata su experiencia positiva: “La operación me devolvió mi energía y confianza. Hoy, gracias al seguimiento médico y a la medicación, me siento bien”.
Aunque la FA presenta un desafío tanto médico como personal, los avances en su tratamiento y manejo han demostrado que es posible convivir con esta condición. Los especialistas coinciden en que un diagnóstico precoz, el control estricto de estos factores de riesgo y un tratamiento personalizado son las claves para una vida plena, incluso con FA. Como afirma Guash, “esta enfermedad no tiene por qué ser una limitación; con las herramientas adecuadas, los pacientes pueden recuperar gran parte de su bienestar”.