Vivian Jenna Wilson, hija de Elon Musk y de la escritora Justine Wilson, contó en una entrevista con The Cut que ahora recurre a disfraces cuando sale a bares, especialmente a locales LGTBQ+, para evitar la atención indeseada que recibe desde que hizo comentarios públicos sobre su padre en redes sociales. Según explicó, tras esas publicaciones se convirtió en objetivo de troleo y de mensajes invasivos, lo que la llevó a ocultar su identidad en salidas nocturnas.
La hija distanciada del magnate habla con ‘The Cut’ sobre el acoso que recibe en las redes sociales y cómo afecta eso a su vida
Vivian Jenna Wilson, hija de Elon Musk y de la escritora Justine Wilson, contó en una entrevista con The Cut que ahora recurre a disfraces cuando sale a bares, especialmente a locales LGTBQ+, para evitar la atención indeseada que recibe desde que hizo comentarios públicos sobre su padre en redes sociales. Según explicó, tras esas publicaciones se convirtió en objetivo de troleo y de mensajes invasivos, lo que la llevó a ocultar su identidad en salidas nocturnas.
La joven de 21 años, distanciada del magnate desde que inició su transición, describió ese acoso en términos muy explícitos: “Mucha gente puede ser realmente inquietante, especialmente con mi cuerpo”, dijo, y añadió que algunos desconocidos le escriben “las cosas más asquerosas y desquiciadas” que harían con ella. “Me hace sentir asquerosa. No le escribas a la gente en internet todas las maneras en que tendrías sexo con ella”, afirmó, en referencia al tono sexual de los mensajes.
Wilson aprovechó la conversación para desmontar la idea de que vive con grandes recursos económicos por ser hija de Elon Musk. Dijo que la universidad “es cara” y que no cuenta con “esa herencia”, por lo que vive en Los Ángeles con tres compañeras de piso porque “sale más barato”. “La gente asume que tengo mucho dinero. No tengo cientos de miles de dólares a mi disposición”, afirmó.
Sobre su situación económica y sus planes, añadió que quiere retomar los estudios de lenguas extranjeras y que procura no depender de su madre, a la que definió como “rica”, al tiempo que describió a Musk como “inimaginablemente rico”. Aun así, subrayó que no aspira a la riqueza: “No tengo el deseo de ser superrica. Puedo permitirme comida, tengo amigos, un techo y algo de dinero disponible, lo cual es más de lo que tienen muchas personas de mi edad en Los Ángeles”.
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Wilson ya habló de su identidad y de las distintas reacciones de sus padres al comunicar su transición de género, en una portada de Teen Vogue. Entonces señaló que llevaba meses sin hablar con su padre y que necesitó consentimiento parental para acceder a bloqueadores de testosterona y terapia hormonal.
Este mismo año Wilson afeó en las redes sociales que su padre ha estado eligiendo el sexo de sus hijos al concebirlos mediante fecundación in vitro. “Mi sexo asignado al nacer fue un producto comprado y pagado”, ha compartido esta semana Wilson en sus redes sociales. “Así que, cuando era femenina de niña y luego resulté ser transgénero, me oponía al producto que se vendía”, dijo en Instagram.
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La selección del sexo de los bebés es ilegal en la mayor parte del mundo, incluyendo España, el Reino Unido, Canadá y Sudáfrica. Sí se permite en algunos casos excepcionales por razones médicas, cuando los padres corren el riesgo de transmitir un trastorno cromosómico que afecte solo a los hombres, como la hemofilia o la distrofia muscular de Duchenne. Pero actualmente es legal en Estados Unidos, lo que ha creado una industria de turismo de fertilidad para parejas que buscan elegir el sexo de su bebé por razones no médicas.
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